miércoles, 8 de febrero de 2012

El fútbol es muy grande

Señores y señoras, os voy a contar una historia que es muy emotiva. Lo hago única y exclusivamente porque es una muestra perfecta de lo grande que es -o puede ser- el fútbol. Lo hago, además, en un contexto en el que el fútbol está un poco viciado, donde hay mucha gomina y, concretamente en nuestra competición, hay demasiadas cosas absurdas que oscurecen este bello deporte.

Era el año 1973. La Unión Soviética y Chile se jugaban la clasificación al mundial. En el partido de ida en Moscú habían quedado 0-0. La vuelta se disputaba el 21 de noviembre de ese mismo año. Dos meses antes (el 11 de septiembre), en Chile, Pinochet y sus seguidores habían dado un golpe de Estado cuyas consecuencias ya os las podéis imaginar. Secuestros, torturas y asesinatos, pero además en Chile ocurrió algo inédito: se utilizaron los campos de fútbol como campos de concentración.

Ante esta situación, la Unión Soviética comunicó a la FIFA que no jugaría en un campo que había servido con tales fines. Entre otras cosas, el comunicado de la U. S. decía lo siguiente:

por consideraciones morales, los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los chilenos (…)"

Jugador chileno marcando el gol a puerta vacía
La FIFA no hizo caso a la protesta y dijo que el partido había que disputarlo. Llegó el día del partido. La selección soviética ni siquiera viajó, en cambio los 11 jugadores chilenos saltaron al campo, incomprensiblemente, y metieron un gol en una puerta vacía y ante un rival inexistente.

La Unión Soviética quedó fuera del mundial, pero dio una muestra de solidaridad con el pueblo chileno sólo a la altura de lo grande que es este deporte. Deporte que no entiende ni de razas, ni de sexos, ni de creencias, ni de ideologías ni de nada nada; sólo entiende de sentido común, respeto y compañerismo, por eso determinadas actitudes violentas están fuera de lugar. Aquí en nuestro pueblo o en la Conchinchina.

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