Cuando la pelota está en nuestro poder lo primero que hacemos es oxigenar el juego tocándola hacia atrás, abriendo bien todo el campo para hacerlo lo más grande posible.
Si recibo de espaldas a la portería contraria debo dar un solo toque a un compañero que tenga enfrente, que por lo tanto tiene mejor visión que la mía.
Achique es hacer que el adversario no piense y quitarle la pelota. El jugador contrario que tenga la pelota no debe pensar. Cuando el equipo contrario deja de pensar es el momento de adelantar líneas. Achique y presión y una vez recuperado el esférico toque. La defensa se adelanta y la delantera se repliega.
Hasta tres cuartos de campo no debo de darle más de tres toques el balón. Si me paso es que algo falla en el jugador o en el equipo.
Mi sistema no admite ni tímidos, ni distraídos, ni cómodos. Mi equipo está formado por once jugadores que piensan. El jugador está para pensar.
Los jugadores tienen que leer el partido, no salir solamente a cumplir ordenes del entrenador. Hay que hablarse constantemente entre compañeros.
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